sábado, 6 de agosto de 2016

La barrera de la bata blanca

Es curioso lo distinto que se ve todo desde el otro lado.  Cuando no llevas bata blanca.

Por circunstancias familiares, me ha tocado estar al lado de la cama, en la sala de espera, turnándome con otros parientes porque solo se puede entrar de dos en dos en las habitaciones de la Reanimación...

Y es francamente curioso lo diferente que es todo.
Con bata blanca, puedes pasear por donde quieras, nadie te dice "aquí no puede estar", te sientes parte de ese gran engranaje que es el hospital. Se te tiene más o menos en cuenta, si preguntas te explican, llegas a sentirte como en casa. O casi.

Sin bata, eres un cero a la izquierda. Estás en una planta cualquiera y no puedes hacer absolutamente nada de lo que haces cuando estás de prácticas. No puedes leer la historia clínica de tu ser querido, no puedes explorarle, te enteras de lo que ha dicho el equipo médico responsable por lo que dice un familiar que le ha dicho otro familiar, como el teléfono escacharrado. 
Vas de visita cuando puedes, y si te toca fuera del pase de planta preguntas a cualquiera de Enfermería y te explican lo que pueden, quedándote tú siempre con sensación de que te falta el setenta y cinco por ciento de la información. 

Me cuesta aceptar el cambio de rol. Asumir que lo único que puedo hacer es acompañar. Me frustra.